viernes, 28 de agosto de 2015

miércoles, 22 de julio de 2015

Escrilia y Cándida



ESCRILIA.

¡Oh!, musa de la escritura, suave Escrilia, te invoco con toda la fuerza de mi fe en tu arte, para que ayudes a sanar mi corazón roto. Que tu divina inspiración me libere de los tormentos que aquejan mi alma, injustamente mancillada. Yo, humilde servidor de tus artes, te llamo, como quien llama la misericordia ante su verdugo, con el fuego de mi llanto, para que atiendas mi petición: que lo que escribiré a continuación sea la última vez que lo sienta, que salga esta emoción de mi roto corazón mediante ti, querida musa.

CÁNDIDA.

Ella dijo que se sintió cándida, cándida al tomar un café con el aparecido. Nada se repite más en mi mente que esa frase y esa foto del café. Maldito café. Matarme a puñaladas hubiese sido más misericordioso. ¿Exagero?, lo dudo; un café no tan sólo se acompaña de un panecillo, sino que también de entrecruces de miradas, entrecruces de risas, entrecruces de dedos. ¿Se habrá imaginado, en algún momento, que cada sorbo de ese maldito café rompía mi corazón?, cada sorbo de ese café fue un disparo a cada uno de los nuestros, cada palabra, cada conversación, cada toque de almas, moría sorbo tras sorbo.

¿Acaso el tiempo sanará mi corazón roto? 

domingo, 12 de julio de 2015

La tragedia del Rey Sol


El noble de la corte organizó un gran festín, en honor a sus años como gobernante del feudo. Todos los grandes Señores fueron invitados. El salón del castillo lucía lleno de vida entre tanta comida colorida, bailes, risas y conversaciones. Los graciosos vestidos de las damas señalaban su importante posición social. El vino ayudaba a los bufones en su humilde labor de hacer reír. Todo brillaba, brillaba como una fiesta sin igual. Entretanto, un trovador errante hizo su entrada y, con el beneplácito del anfitrión, cantó unas décimas en honor a un Rey de antaño, que nadie recordaba:

Rey Sol, le llamaban por allá;
desde el infierno vino
para reclamar su trono perdido;
con el corazón amplio llegó,
luchó como nunca por lo justo;
 y una flecha con mil estacas
atravesaron su corazón;
en su lecho de muerte una pajarilla se posó,
le dijo: Rey Sol, nadie merece morir en soledad.
 Yo cantaré en honor a tu muerte en libertad.
Y el festín, acabó.

 

jueves, 9 de julio de 2015

«Es necesario aquí dejar todo recelo;
toda cobardía es necesario que aquí muera.»- Dante Alieghieri

miércoles, 8 de julio de 2015

El camino del Héroe.

Una vez me contaron que los sueños son mitos individuales y que los mitos son sueños colectivos. Otra, que la vida es sueño. Me pregunto, ¿es la vida un mito?
Lo debe ser, responde mi corazón de hierro; cómo no serlo, si he vivido una odisea digna de aquellos héroes mitológicos y de ensueño de la humanidad:
El Rey Sol vivía plácido y somnoliento en su castillo.
El Rey Sol fue expulsado de su bastión.
El Rey Sol sufrió el acoso de las sombras en los bosques salvajes.
El Rey Sol murió y, al instante, era tragado por el infierno.
El Rey Sol, en su muerte, decidió volver a vivir.
El Rey Sol atravesó el infierno y encontró su salida.
El Rey Sol está a las puertas para reclamar su puesto usurpado.